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Educando para la autonomía

Actualizado: 20 mar 2022



Cuando les cuento a mis niños que yo ya con quince años cuidaba a cinco hijos de una familia, desde un bebé de pocos meses hasta la mayor que apenas tenía 10 años, alucinan porque yo les pregunto si se ven capaces y con ganas de hacer algo así para ganarse un dinero para sus cosas y no tener que pedírselo a sus padres, familiares o hacer algo ilícito y todos sin excepción en estos años de trabajo me dicen que no, que no lo harían, que para eso están sus padres o abuelos.


Ahora en la actualidad es prácticamente impensable que un chico de quince o dieciséis año “trabaje”, me explico, no hablo de explotar sino de hacer algo esporádico y que no requiera un esfuerzo exacerbado, sino de algo puntual y sencillo que le quite un poco de tiempo de ocio de internet o de la play y así aprenda el valor del esfuerzo, lo que cuesta ganar dinero, y la responsabilidad.


Yo es algo que cuando mi hijo tenga unos años más me gustaría que hiciera, sin forzarle, y educándole desde ya en esos valores, para que cuando llegue el momento sea él mismo el que lo solicite.


No sé porque motivo (ya que nunca mis padres me incitaron al contrario, querían siempre darme todo y que no me preocupara de nada) yo desde siempre he tenido esa ansia de independencia, autonomía, autogestión, mejora, superación. Sobre todo en el área económica, no me gustaba tener que pedirles dinero para mis cosas, incluso como digo a mi madre le encantaba comprar y las marcas y a mí no, y yo siempre prefería comprar más barato y menos. Raro para una adolescente ¿verdad?.


Esta necesidad de independencia y autonomía hacía que trabajara cuando otros están de juerga, cuidé niños, repartí publicidad, trabajé en las campañas de algodón como controladora, BBC (bodas, bautizos y comuniones), etc.

No sólo en este aspecto, en general en todo en la vida me gusta hacer lo que me apetece cuando quiero, sin hacer mal a nadie. Tener la capacidad de decidir por mí misma, equivocarme, rectificar, aprender, elegir, resolver, lo que es vivir de forma autónoma.


Claro, esta manera de pensar es un tanto inusual en los tiempos que corren, donde el sobreproteccionismo, la distorsión de valores básicos humanos como el respeto, el esfuerzo, la superación, están a la orden del día. Pero sobre todo lo que ya comento en otros artículos, el mal endémico de esta sociedad, que es la necesidad imperiosa de que nuestros hijos sean felices, y no les permitimos así desarrollarse plenamente.


La adolescencia es una etapa de muchos cambios, la influencia de sus iguales suele ser determinante para la personalidad de nuestros hijos (se escuchan y hacen más caso entre ellos que a los adultos). Necesitan ubicarse en el mundo, construir su propia escala de valores, ya empiezan a pensar diferente de sus padres, ven los defectos ya no sólo las virtudes de sus progenitores (pasan de tenerlos idealizados a verlos tal como son, y muchas veces decepcionan). Necesitan libertad, su espacio, sin olvidar que la autonomía es asumir responsabilidades que dan seguridad no es libertinaje). Asumir sus cambios físicos y hormonales (esto sí que en muchos casos es muy difícil).


Se puede educar en la autonomía como en cualquier otra área de la vida, hay que dedicarle tiempo, un poco de creatividad, amor y dosis de paciencia. Y contar con los profesionales que trabajamos en esto.

Lo principal es tener en cuenta la edad, e ir dando responsabilidades a medida que va creciendo y madurando, exigir y ser incoherente tampoco ayuda, ser moderadamente autoritarios es lo ideal.


Áreas recomendables a trabajar:


1. Higiene, comida y uso de vestimenta.

2. Responsabilidades en el hogar como regar plantas, poner la mesa, hacer la cama, sacar mascotas o cuidarlas, etc.

3. Resolución de conflictos, con adultos e iguales.

4. Dejar que se equivoquen, tener mentalidad de ensayo error, con cierto margen.

5. Plantear dilemas morales.

6. Construcción de valores.


Todo esto reforzando sus logros y esfuerzos ayudan a conseguir una autonomía plena, y un desarrollo en el adolescente eficaz y eficiente para su apropiada adaptación a su entorno y superar los avatares, conflictos y dificultades de la vida, que los habrá, y no podemos estar nosotros siempre ahí para resolverlo. Este enfoque fomenta la seguridad y confianza en ellos mismos.


Dejar que se equivoquen, que se caigan y que se levanten, nosotros guiando y acompañando no evitando o resolviendo, difícil tarea mantenernos un poco al margen pero sin duda es la mejor opción, que la vida sea un aprendizaje continuo y nosotros con nuestro ejemplo les acompañemos.

Adjunto una tabla de recompensa a determinados hábitos o conductas que queramos trabajar (adaptar a cada caso los seis puntos anteriores, cada persona es un mundo).



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Un espacio educativo donde comparto mi experiencia y conocimientos como madre y educadora a la hora de afrontar diversas dificultades en la comunicación, gestión e identificación de emociones y convivencia con nuestros adolescentes.

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