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Educando en la paciencia


¿Qué es la paciencia?


Se conoce como paciencia a la capacidad humana de soportar o tolerar situaciones molestas, irritantes o de adversidad con tal de conseguir un objetivo deseado, o de hacerlo de una manera deseada.


Las personas pacientes podrían de esta manera soportar condiciones externas con ánimo ecuánime, es decir, controlando sus emociones y sabiendo esperar o perseverando en su conducta.


La paciencia es un rasgo común entre las personalidades tenidas como maduras o iluminadas, no sólo en la tradición occidental, sino en las orientales. El budismo zen a menudo representa a sus hombres sabios como infinitamente pacientes, libres de las urgencias y los atropellos de la juventud o la ignorancia.


A menudo la paciencia se interpreta como la capacidad de esperar a que las cosas se produzcan, sin anticiparse o angustiarse en exceso, pero no debe en ese sentido ser confundida con la comodidad, la depresión o la apatía.


La paciencia es, a diferencia de estas, una postura activa frente a los eventos que se desea que ocurran. El contrario de la paciencia es la impaciencia, es decir, el apuro, la premura, la desesperación.


La paciencia como valor


La paciencia ha sido considerada un valor por diversas tradiciones culturales humanas, y en la actualidad se la considera un rasgo de toda personalidad madura. Sin embargo, la paciencia puede apreciarse de diversas formas y en distintas situaciones, voy a describir un poco qué es y enlazar con experiencias mías de la vida diaria.


* La paciencia como perseverancia. El talento para resistir en situaciones de lentitud, de opresión o de espera prolongada, como pueden ser los trámites burocráticos, las salas de espera en el médico o el retardo de un medio de transporte, es una de las formas principales de paciencia. Las personas pacientes no desesperan cuando se enfrentan a estas situaciones, y comprenden que frustrarse y abandonar la carrera antes de tiempo no los llevará a cruzar la meta. En cambio, insistir en su cometido a pesar de lo molesto de la espera, eventualmente les dará lo que persiguen.


No voy a entrar en cosas de burocracia porque me falta blog para contar experiencias de esa índole, e imagino que tú también querid@ lector@. Pero sí veo importante contar brevemente una anécdota para que tod@s pensemos si lo hacemos en nuestro día a día y si es buen ejemplo para nuestros chaval@s o hij@s.


Estábamos mi compañero y yo en el autobús esperando a bajar de la ladera del mulhacén con los chicos y parecía que estábamos casi todo el mundo, los mismos que horas antes habíamos subido, pero el chófer no arrancaba y parecía que estaba buscando a alguien, era el último bus del día, y quien se quedara en tierra lo iba a pasar canutas, no hay refugios y temperaturas muy bajas.


Al momento apareció un chico y habló con el chófer pero no dijeron nada a nadie. Yo a los minutos bajé para ver qué pasaba ya que estábamos agobiados por la hora, teníamos que volver al centro y se nos echaba el tiempo encima. En realidad no pregunté qué pasaba, sólo dije, "oiga yo tengo que irme ya, tengo que volver a Carmona, soy responsable de cinco niños de un centro y yo me quiero marchar".


No tuve paciencia ninguna, ni empatía, me daba igual lo que pasara, yo tenía prisa y mi impaciencia era mayor que mi humanidad. Un chico me increpó eso y así lo describo porque tenía razón. Ahora sé que tenía razón pero en ese momento me molestó y me ofendí, no sabía que pasaba y ni pregunté así que me metí en el autobús un poco indignada. Ya a la media hora o más aparecieron dos chicas con otro hombre y muy apuradas al final subieron al autobús, y recibieron reproches de algunos de los usuarios del medio de transporte.


El hombre que venía con ellas, se sentó a mi lado y entonces le pregunté ¿qué ha pasado?. Y me dijo que se había encontrado a esas dos chicas por un sitio muy complicado de subir, sin preparación física ninguna ni indumentaria apropiada y que contactaron con el chófer para que esperara y bajarse en bus ya que andando le iba a resultar imposible. Me sentí mal porque en verdad dejarlas allí hubiera sido algo peligroso para sus vidas, aunque fueron unas irresponsables, hay cosas básicas como seres humanos que no podemos pasar por alto, y como me dijo el encargado de la empresas de autobuses abajo, "Ana jamás se deja a nadie en la montaña, por muy inconsciente que haya sido".


Tenía toda la razón, lo que me dí cuenta también el mal ejemplo que le daba a los niños, ya que ellos también se enfadaron con las chicas y no empatizaban, aunque no le dijeron nunca nada a ellas directamente. Bueno yo en ese momento era su modelo y ellos sólo hacían lo que yo. Mi impaciencia, por mis tiempos, el viaje que me quedaba etc.(egoísmo y poca empatía) fue inapropiada totalmente, aprendí una gran lección en la vida. Ante cualquier situación preguntar qué sucede y cómo puedo ayudar. Además no sabemos nunca cuando vamos a necesitar que los demás tengan esa paciencia con nosotr@s. Después rectifiqué y les hice comprender que se hizo lo que se tenía que hacer y no había otra opción.


* La paciencia como tolerancia. Otra forma valiosa de paciencia es la que se exhibe ante conductas irritantes, molestas o contrarias de otros individuos. En lugar de rabiar, molestarse o emprender peleas inútiles, que por lo general no resuelven nada, las personas pacientes pueden tolerar el disenso, dejar que los demás se expresen a pesar de no estar de acuerdo o incluso esperar al momento adecuado para opinar a su vez. De esta forma, la paciencia puede llevar también a la asertividad.


En esta ocasión la verdad es que lo hice mejor, esperando en la parada del bus para ir al teatro, hace ya unos años, un hombre aparcó casi en medio de la calle su coche para sacar dinero en el cajero, los coches pasaban con dificultad, pero pasaban, hasta que llegó el autobús que llevábamos un rato esperando, y como os imaginaréis no podía pasar. La gente empezó a mosquearse muy rápidamente y empezaron casi a insultar al hombre, que es verdad que lo estaba haciendo mal pero bueno hay que tener paciencia, asi que yo con sentido del humor empecé a decir "hombre no pasa nada que ya estamos a viernes y nos queda por delante un maravilloso finde no va a estar toda la vida sacando dinero tarde o temprano se irá", hubo alguno que se rió, la mayoría no, y cuando creía que le iban a pegar, el hombre se fue a su coche y yo con la guasa empecé a aplaudir, y a decir ¡bravo bravo! pero de buen rollo porque el hombre y todos los asistentes se rieron, así conseguí calmar el ambiente. La verdad creía que lo linchaban, y yo también, porque llegaba tarde a mi obra, pero en esa época estaba en clown y salió la payasa que llevaba dentro.



* La paciencia como autocontrol. Otro caso emblemático de paciencia es el que se da cuando nos vemos forzados a postergar algo que deseamos mucho, cuando no se nos revela de inmediato una información o nos hallamos en una situación estresante, violenta o aterradora. La paciencia puede entonces imponerse como método y permitirnos llegar con cabeza fría al mejor camino hacia nuestro objetivo. Es decir, la paciencia puede consistir en aguardar por el momento perfecto para acometer una acción deseada.


En este caso, ya much@s de l@s lector@s que me conocen saben esta historia, estando recién divorciada en mi nueva casa, tenía la sensación que no funcionaba nada, electrodomésticos, la corriente eléctrica, etc, de eso se había encargado mi marido siempre, yo nunca le presté atención (con esto aprendí a ser autosuficiente), y acababa de poner internet y teléfono fijo en casa. Yo emocionalmente estaba muy mal, hundida, y cuando necesité el teléfono no funcionaba, no sabía con quien pero tenía claro que alguien se enteraría de eso.


Llamé muy irritada y no quiero decir lo que dije, porque me da vergüenza, pero solo decir que me colgó la chica de ono a mi, en vez de al revés como suele suceder. Y yo delante de mi hijo todo el fin de semana despotricando de la compañía etc. El lunes cuando vinieron a casa a ver qué era. El hombre me preguntó, ¿ha movido usted el mueble donde está la clavija?, y yo indignada le dije que sí pero que eso a él que le importaba y me respondió "porque la mayoría de las veces es porque se ha movido el cable y se suelta un poco, lo justo para que no funcione". Dicho y hecho, el hombre movió un poco el mueble y estaba desenchufado el cable en la toma. La cara que se me quedó era un poema, y hasta día de hoy sigo pidiendo perdón a esa pobre mujer que me tuvo que colgar el teléfono.


Moraleja, seamos ejemplo, la paciencia abarca tantas emociones y tantos valores que son innumerables, empatía, respeto, tolerancia, comunicación asertiva, humildad etc. Que si nosotr@s lo somos ell@s lo serán, y también tengamosla con ellos, la paciencia digo, se están haciendo como personas, y nosotros somos los que le tenemos que enseñar a vivir, aprender, hacer, acompañar, guiar.


Tengamos paciencia que es la madre de la ciencia, como decía mi madre y todas las madres del mundo.


Algunas herramientas que pueden servir tanto para trabajar la paciencia como también para mindfullness o meditaciones activas, es hacer puzzles, pintar mandalas o cualquier otra manualidad que requiera cierta perfección en la ejecución, tiempo para obtener el resultado, algo que no sea inmediato. Funciona, y después ponerla en práctica cuando el universo nos ponga la prueba de tener paciencia, parándonos, analizando, resolviendo y gestionando. Afortunadamente ya son más las veces que tengo paciencia que no, y antes claramente era al contrario.






 
 
 

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Un espacio educativo donde comparto mi experiencia y conocimientos como madre y educadora a la hora de afrontar diversas dificultades en la comunicación, gestión e identificación de emociones y convivencia con nuestros adolescentes.

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