Educando en el empoderamiento
- ana maria perez cruz
- 4 jul 2022
- 5 Min. de lectura

Dedicado a mí misma, como mujer, madre y educadora. A mi hermana como mujer, madre e ingeniera técnica naval, a mi madre por ser madre siempre, la mejor.
Y a todas las mujeres del mundo que son mágicas, únicas, valientes que pueden con todo, que van a por todo y con todo, que son IMPARABLES.
Y dedicado a ti querida mujer, amiga de alma que me inspiró este artículo (cuando lo lea ya ella sabrá quién es).
Al final del artículo hay un enlace a un vídeo muy representativo sobre esta temática, es espectacular, crítico y divertido muy recomendable.
Estando este fin de semana en una “máster mind” como dice nuestro mentor, le dedicamos un tiempo a contar cada una nuestra historia (lo digo todo en femenino porque éramos todas mujeres, sólo había un hombre). Y una de ellas contó con mucha emoción como a sus cincuenta y tantos años había aprendido a nadar, y cómo había superado el miedo al agua que le habían inculcado desde pequeña. Yo me emocioné, se me escaparon mis lágrimas y creció en mi una admiración enorme porque sobre todo lo que más le había gustado era el comentario de sus hijos felicitándole.
Esto va muy al hilo de lo que yo argumento en toda praxis educativa, ser ejemplo, estoy completamente segura que cuando esos adolescentes tengan que enfrentarse a un reto, una dificultad, pensarán en su madre y dirán si mi madre pudo con esto yo también puedo hacer esto otro.
Otro aprendizaje que saco de esta historia es que a las mujeres a lo largo de la historia hasta por desgracia aún en la actualidad se nos han cortado las alas en casi todos los ámbitos de la vida, político, educativo, social y laboral.
Nos ha costado todo el triple, hemos roto barreras, franqueado muros, abierto puertas, ventanas y ventanucos, lo que hiciera falta para ser igual que el hombre, y lo digo en grande “SER”.

La maternidad es maravillosa, pero no es obligatoria y debe ser compartida con el hombre no somos mejores que ellos ni mucho menos, cedamos ese espacio también.
En las escuelas rompamos los estereotipos y roles de género, el lenguaje que sea inclusivo y las connotaciones que sean neutras.
Me siento orgullosa de ser mujer, madre, educadora y emprendedora, valiente, consciente, libre. Eduquemos así a todos sí, pero especialmente a las niñas y mujeres que siguen recibiendo una educación troglodita y lo digo con conocimiento de causa, porque parece que hemos adelantado mucho y es verdad pero aún escucho en mis niñas que no se ponen un bikini por respetar a su novio o a su padre y que eso es de mujer de mala vida. Me parece una barbaridad.
Reflexionemos y pensemos cómo le hablamos a nuestros hijos e hijas, ¿hay diferencia en cuestión de género?, ¿las tareas domésticas están más encargadas ellas que ellos? ¿Hablamos por tópicos tipo las niñas son maternales o emotivas y los niños no lloran? ¿Qué juguetes les compramos? ¿Hay diferencia por sexo? Yo no sé cada uno en su casa pero lo planteo para reflexionar.
Enlazo con un trozo de una artículo que parece que me ha leído el pensamiento y lo expone muy bien con datos.
Tal como menciona ONU Mujeres, para conseguir el cambio verdadero no basta solo con avanzar legalmente o con establecer acuerdos internacionales, sino que también es necesario comprometernos a actuar diariamente en favor de la igualdad. “La manera en que pensamos y actuamos todos los días puede generar un efecto dominó que beneficie a todas las personas”, señala la entidad.
Con acciones diarias también podemos contribuir a equiparar el camino, para que las mujeres puedan vivir en un país más igualitario, seguro y respetuoso de sus derechos, y para que los hombres no estén atados a los roles que les impone la sociedad como el no poder demostrar sus emociones.
A continuación, repasamos tres formas de fomentar y contribuir a la igualdad de género desde casa:
1) Compartir el trabajo doméstico
Aún existen pensamientos tradicionales y roles de género que suelen asociar a las mujeres con el cuidado de niños y del hogar, destacando solo “su lado maternal” e invalidando sus diferentes capacidades y potencial.
Repartir el trabajo doméstico y la crianza de niños y niñas por igual es una práctica que fomenta la igualdad. Para lograrlo, podemos listar las actividades necesarias para mantener el hogar, establecer horarios y dividirlas según tiempo o aptitudes. Acciones sencillas como cocinar, poner la mesa, lavar los servicios o barrer pueden hacer la diferencia.
Es importante destacar que los hombres no “ayudan en las labores domésticas”, sino que, como parte de una familia, son responsables del trabajo doméstico. Si eres padre o madre, involucra a tus hijos e hijas para que se dividan las pequeñas tareas sin importar el género, así no solo darás el ejemplo, sino que también ayudarás a educarlos en igualdad desde pequeños.
2) Reforzar la confianza y el empoderamiento de las niñas
Los estereotipos de género y el machismo suelen reproducirse dentro del hogar, a veces sin darnos cuenta, y transferirse de una generación a otra. Por eso, es fundamental que revises cómo te refieres a las mujeres y cómo tratas a las niñas dentro de tu hogar.
ONU Mujeres ya ha mencionado que “incluso antes de llegar a la pubertad, las niñas de todo el mundo ya han internalizado creencias sobre su lugar, valor y papel en la sociedad”. Ideas como que “tienes que ser delicada”, “las niñas son indefensas y los hombres fuertes” o que “hay deportes y carreras para hombres y otras para mujeres” tienen como consecuencia una autoestima baja e impiden que ellas desarrollen todo su potencial.
¿Qué hacer desde el hogar? La ONU menciona que es vital recordar a las niñas que son fuertes, capaces, independientes y que sus derechos deben ser respetados. También es importante enseñarles que valen más que su apariencia y resaltar su inteligencia, liderazgo y capacidad física.
3) Educar a los niños en igualdad de género
Los niños y hombres son grandes aliados para conseguir la igualdad. En ese sentido, es vital trabajar en una masculinidad sana que les permita aceptar sus emociones sin encasillarlos en roles.
Debemos evitar reproducir expresiones como “los hombres no lloran” o “sé un hombre”, pues están ligadas con una noción tradicional de masculinidad que implica la represión de emociones y la comparación entre lo que debe ser un hombre y lo que debe ser una mujer.
Al contrario, debemos trabajar desde el hogar para construir nuevas masculinidades saludables que acepten las emociones y también valoren la sensibilidad, cuidado y otros rasgos que la sociedad suele restringir solo a las mujeres. Permite que los niños se expresen, sientan y jueguen libremente.
Las niñas, las adolescentes y mujeres merecen vivir en un país con igualdad de derechos y oportunidades; lograr este objetivo es tarea de todos y todas. Creciendo en igualdad, mejoramos como sociedad.
Añado desde mi alma.....
FELICIDADES a todas por los logros, los avances, los cambios y los retos superados, me siento muy orgullosa de todas nosotras, cada una en su ámbito que superamos miedos y crecemos como persona pero sobre todo como mujer.
Últimamente solo estoy rodeada de esa energía fuerte y empoderada femenina, así que por ello estoy agradecida al Universo.
El enlace......
Me encanta, yo a mi hija siempre le digo que puede elegir el juguete que quiera y el color que quiera, y aveces me dice pero mami ese juguete es de niños, como si lo dijeran en el cole, porque en casa nunca se etiqueta de niño o niña, yo le digo que la mujer es igual que el hombre, y que somos imparables, muchas gracias